Flujo Rojo de Sal
Sólo cuando vienes pierdo los papeles, mi sudoración aumenta y se multiplican mis palpitaciones. Simulo una augusta soledad y finjo con alegría mi emancipación. "Hace calor, ¿no?", pregunto fallidamente mientras afuera, bajo un invierno inclemente los chinos se mantienen fieles en sus puestos vendiendo bocadillos en la Gran Vía de Madrid. Te pregunto por tus días cuando pienso en tus noches y juro contemplarte el pendiente cuando me pierdo en tu cuello. Oímos cual campanadas las cañerías de mi salón, otorgando un aire sagrado y casero al repentino silencio. Indago sobre tu perro pekinés y respondes que tu gato muestra cada vez más indiferencia hacia tus piernas. "¿Y tu trabajo en la oficina que tal? ¿Te ascendieron por fin?", y contestas que la pensión de desempleo casi no te llegaba a fin de mes. "¿Qué pasó con tu memoria? ¿Recuerdas al menos mi nombre? ¿Recuerdas cómo y cuándo nos conocimos?". Sonreí asintiendo mientras se me enrularon de nervios las patillas. Como si recién descubriese las añejas cañerías, observé adrede las paredes. Te pusiste de pié y desapareciste tan rápido como viniste. Mi orgullo me ordenó esperar doce segundos, tres goteos e innumerables palpitaciones. A grandes zancadas me avalancé tras de ti y busqué tu espalda escalones abajo. Fue entonces cuando recreé tu aroma y perdí la coordinación, el equilibrio en mis pasos y en mis pensamientos. Pecho a tierra caí gradas abajo, finalmente decúbito dorsal. Flujo rojo de sal en mis labios y en mis oídos. En aquel instante te vi pasar ajena a mi dolor, desconocida para mí.
© 2007 Santiago Antúnez de Mayolo
(Fotografía de Kerry Skarbakka, "Stairs")
6 comentarios
ANONIMO -
Isa -
Dulcinea -
Santiago -
Sirena -
Musa Rella -
:)
Muy buena la foto, excelente combinación
besos