Crónica de un viaje en avión
15 de diciembre sobre el Atlántico
Ahora el avión se ladea y una botella rueda por su angosto suelo. Mis oídos son un estrecho callejón que sólo el Opening de Philip Glass puede serpentear.
Fallo Técnico
19:53
Huelo a humo. Un anciano hojea una revista de pipas y puros para detectives. Lo siento claramente. El hombre acaba de fumar un cigarrillo en uno de los servicios. Nadie más parece percatarse del olor. El segundo avión que me transportaría de Philadelphia a Chicago llegó con retraso, dijeron que fue un desperfecto mecánico. Siempre circunde en la cabeza la idea de una tragedia, por más breve que el pensamiento sea pero siempre ocurre, no creo que sea verdad aquello que dicen, que no hay ateo alguno al momento del despegue y del aterrizaje, cuando un ala se ladea, desbalanceando todo el avión. Pienso en los sobrevivientes y en sus historias, en las entrevistas que les hacen, en sus afirmaciones en la prensa escrita y tal vez algún padrinazgo en una escuela que lleve su nombre. Pienso en Madrid, en Lima y en algunas personas importantes en mi vida, en lo que dirán en el velatorio, en lo corta y absurda que es la vida y en quien heredará mis ropas, mis libros y mi música. La nave podría desintegrarse en plena travesía, o lo que sería peor, que uno de los motores ardiera de pronto, pintándonos de horror y caos los últimos segundos de nuestras vidas. Si muriese ahora me reencarnaría en una alcachofa. Hojas de espinas resguardando un oscuro corazón.
Mi vecina de asiento hojea nerviosamente un libro de cocina, y ve por enésima vez una receta del cheesecake que incluso yo he memorizado. Me mira y sonrie exageradamente. Pelo rojizo, 54 años atados a una coleta. El avión nos zarandea como muñecos, ahora todo tiembla y me está costando escribir. La señora solloza y hunde su cara en el respaldar delantero, luego se aferra y pega su espalda con terror. Yo me resisto al pavor mientras le miro los pechos saltarines. Ahora el vaivén nos acerca las caras. El cheesecake cae por sus piernas mientras imagino ser besado por última vez.
29 de diciembre, de vuelta a Madrid
Pasé el arco detector sin problemas pero inspeccionaron minuciosamente mi maleta de mano. Mi panetón podría contener algún objeto punzo-cortante para degollar a la tripulación entera. Estoy ahora en el Moline, Illinois, sin panetón, esperando a abordar rumbo a Chicago, destino Madrid. Transcurrieron muy rápido los 15 días en Cedar Falls. Quince días rodeado de cariño y comida, de besos y nieve, de malls y de campos llanos...extremadamente. La agorafobia queda como mera anécdota granjeril. Iowa es completamente plana e inmensa.
30 de diciembre en Europa
La señora de mi anterior relato fue muy amable conmigo. Al tocar tierra me preguntó si tenía alguna otra conexión, luego pidió que la siguiera. Ella también había perdido el vuelo de Chicago-Moline, por lo que fuimos juntos a negociar algún otro vuelo a Iowa. Creo que fueron tres las veces en que, en el trayecto, me dijo que podríamos ir a pernoctar al departamento que uno de sus hijos tenía en Chicago y esperar un vuelo a la mañana siguiente, y que no me preocupara ya que su muchacho no estaba en casa. Imaginé la situación: ella acercándose a mi cama preguntando si todo iba bien, yo alargaría mi brazo hasta alcanzar su cabeza. Luego nos entregariamos al sudor, a los arrumacos y a la extraña sensacion de estar en compañia de alguien en una ciudad donde ninguno vivía, en un piso ajeno y con un buenos dias tal vez de pocas palabras, menos aún de las que acostumbran decirse los matrimonios que superan el quinquenio.
Llegaré a Madrid en una hora. Buen compañero el vino ante viajes tan largos. He dormido mucho en el trayecto y no he escrito casi nada, creo es mejor así.
Como escribió Cesare Pavese en El Oficio de Vivir:
"Hay que confesar que has pensado y escrito muchas trivialidades en el diarito de estos meses. (días para mí)
Lo confieso, pero ¿hay algo más trivial que la muerte?"
© 2009 Santiago Antúnez de Mayolo --> Fotografía de José Antonio Galloso - "Puente sobre San Francisco" ***Una vez más la acabo de joder. Al corregir una frase redundante guardé este texto como "borrador" en lugar de darle a "publicar"...me he cargado los comentarios una vez más y se ha cambiado la fecha de publicación (enero) como si fuese un texto reciente...lo siento
14 comentarios
Eva -
Santiago -
Sobre las clases que dejé, es una pena. Me habías confirmado que las tomarías, pero bueno, ya habrán conseguido a alguien seguramente.
Un beso
Eva -
(al final no me quedé con las clases)
Ignacio J. rivas -
Santiago -
Por otro lado, cuando vuelva a coger un avión espero de verdad sentir lo mismo, de lo contrario me aburriría tremendamente.
Un saludo y gracias por pasarte,
Santiago
Nines -
Un paso en vida que no lleva a ninguna senda.
A fin de cuentas, que hay más trivial que vivir con miedo? Dejar atrás la agorafobia en cualquier viaje es como poco dejar de morir, y eso, si que no ha de ser trivial...
Y mucho menos, matar esa muerte
Cuando vuelvas a coger un avión, piensa, que has eliminando un lastre más. Y recogido, un paso más hacia la vida.
Saludos!
Santiago -
Santiago -
Cada vez detesto más viajar en avión, no tanto por miedo sino por agobio, quiero llegar ya a mi destino. La paso peor aún antes, en los días previos al vuelo, siempre pienso que perderé el vuelo, una maleta, mi pasaporte...
Gracias por leerme, un abrazo.
Santiago -
Sutton Place Hotel by the Magnificent Mile -
Camilo -
Quién no se ha hecho esas preguntas en un avión? Quién a podido escapar a la insensata aberración devolar en un tubo de lata a más de 900 kilometros por hora?
Me gusta tu cuaderno. Seguiré recorriendo.
Ani Bustamante -
Ahí en donde se hace evidente nuestra intrascendencia... algo se puede escribir (yo le he hecho mucho, entre sobresaltos y bolsas de aire)
Saludos
Santiago -
un abrazo
Jorge -
Abrazos (4, 8, 15, 16, 23, 42)