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© Los Linderos del Fuego

Paradojas

Paradojas

Para utopías basta
la altura de la luna,
para paradojas
la palabra del hombre
así como para el hombre
las semillas de su propia muerte.

© 2007 Santiago Antúnez de Mayolo


(Pintura de Navez Francois Joseph, 1787-1869: "Déploration du Christ")

Cuando Muera el Color

Cuando Muera el Color

Cuando el campo pierda el color
me abrazaré a una piedra en madrugada,
ahí entre ranas, arbustos y cigarras,
cuando el campo pierda el color
y se sequen las madrigueras
me abrazaré a una piedra en la alborada
contemplando la locura del castor
y el suicidio esperado del camaleón,
cuando muera el color
mi sangre perderá dramatismo
y fuego el ocaso de las tardes,
cuando monocromo sea todo
incluso el arco iris,
incluso el arco iris
y el otoño tras la hoja,
a una piedra me abrazaré

© 2007 Santiago Antúnez de Mayolo


El Peso de la Conciencia

El Peso de la Conciencia

Hoy me siento un poco más culpable que ayer. Me quejé del calor y de la cola del pan, de mis suelas gastadas y de lo poco que me duran los cigarrillos. Rebuzné por las bocinas y por un dolor de muelas que no tengo. Maldecí por los gatos de medianoche que, insomnes, irrumpen en mi sueños las pocas veces que tengo uno. Me lamenté por un padrastro en el dedo anular y guimoteé al morderme el labio inferior. Son muchas las ocasiones que, involuntariamente, soy exactamente como el resto, alguien con sus días buenos y malos, un tipo con música, libros y buenos amigos, un hombre con su dosis de contradiccion y porción de arrogancia. Un hombre aprendiz e ignorante, alumno y maestro, parroquiano y civil. Tenemos libertad de elección. Nosotros sí. Elegimos desodorantes, un empleo más o menos decente y comer a deshoras. Esta niña, llamémosle Obdulha, no. ¿Elección? ¿Cual? Nunca la tuvo. No pudo elegir el ponerse de pié y evadir el acecho de la muerte. Kevin Carter ganó el Pulitzer cuando tomó durante sus vacaciones esta pavorosa imagen en un campamento de Sudán. Al poco tiempo alguien le preguntó si había hecho algo por la niña, o si de lo contrario, se había tomado su tiempo esperando a que el buitre abriera las alas y enfilase el pico sobre la pobre criatura. Un año después hallaron al curtido fotógrafo de guerra dentro de su propio vehículo. Se había envenenado.

© 2007 Santiago Antúnez de Mayolo

Camino hacia el jardín del paraíso

Camino hacia el jardín del paraíso

Mao según Warhol

Mao según Warhol

Desatado el Minotauro

Desatado el Minotauro

Un minotauro se ha desatado. Embravecido estaba, atado con una vil soga al yugo que suponía la quietud de su hábitat. Se ha arrojado por la cornisa, sin culpas ni grilletes que le obstruyan más. Hoy azotan los grandes ventanales que una vez lo mantuvieron cautivo, mostrándole sólo pequeñas porciones de realidad. Un minotauro se ha desatado. Veinticinco patadas encabritadas dio antes de liberarse partiendo las losetas de su prisión. Corrió hacia el sur, siguiendo el rastro que ella iba dejando. Nada lo detuvo, ni la lluvia, ni el frío, ni los recaudadores de impuestos, corrió mientras pompones de algodón golpeaban con suma suavidad su rostro. Eclosión en la reunión de los cuerpos. Explosión sobre el pecho. Súbete a mi lomo y vente conmigo. Prometo que no te dejaré caer.

© 2007 Santiago Antúnez de Mayolo

(Ilustración de Pablo Picasso:"Minotauro acariciando a una mujer dormida", 1933).

Acantilado

Acantilado

Incapacidad de sonreír al pie del acantilado por temor al desbarranco desbaratado de la razón.

© 2007 Santiago Antúnez de Mayolo

Used to be a Sweet Boy

Used to be a Sweet Boy

¿No les ha ocurrido, alguna vez, tener la certeza equivocada de portar la humanidad sin pizca de vida? ¿No les ha ocurrido, quien sabe, creer que la dulzura hace al hombre menos viril cuando en realidad la única castración es el no serlo? ¿Dónde radica la hombría? (Pobres hombres, aquellos que la reafirman con los genitales). ¿Dónde sino la caricia? ¿Qué hacemos con los sentidos entonces y cual es la utilidad de la rudeza? Que alguien me lo explique por favor.
En esta vida nada abandona el recorrido que se habrá de hacer. Nuestros músculos, las funciones capilares y la capacidad para dejar la ventana abierta cuando algo intuimos. Pronto he de tomar el autobús. Saber esperar dice el dicho. Todos tenemos derecho a grados de locura, es verdad, pero ¡ay de quien se olvide de la dulzura pues será tan sólo un puñado de nervios mal atados!

© 2007 Santiago Antúnez de Mayolo 

(Pintura de Gustav Klimt: "The Three Ages of Woman", 1905)

El ingobernable paso del tiempo

El ingobernable paso del tiempo

-¿Qué hora es? -pregunta Jack comiéndose las uñas.
-No sé, sabes que nunca llevo reloj. A mí el tiempo no me importa tanto como a ti -responde Terry con aire despreocupado.
-Debería preocuparte. Cada minuto que pasa es un minuto más cercano a la muerte. ¿O es que te crees inmortal?
-¿Debería atormentarme por tales pensamientos? Así no valdría la pena vivir. No saldría de casa, dejaría de usar el microondas y jamás encendería siquiera el gas para ducharme -contesta Jack.
-Pues deberías hacerlo. Es muy bueno para la circulación.
-Sí, ya lo veo -responde Terry, socarronamente. Jack lo mira fijamente, acercándose.
-Si no te has dado cuenta, hoy tienes más entradas que lfa semana pasada -indica Jack.
-¿Y? ¿Soy el único acaso que envejece? ¿Y tus arrugas qué?
-¿Mis arrugas? No tengo arrugas. Lo que ves son sólo discretas líneas de expresión. Son hereditarias.
-También heredaste la estupidez, según veo. Jack, Y si tanto te preocupa no desperdiciar ni un segundo de tu vida, ¿qué carajo haces aquí conmigo?
-La razón es porque pienso realizar un estudio sociológico sobre la desidia en el individuo. ¿Ves estos papeles, Terry? Ya lo tengo bastante avanzado.
-Estás mintiendo. Siempre lo haces. Si por ti fuera, cogerías el mundo con ambas manos y revertirías sus giros varios lustros atrás.
-No quiero, no...quiero -solloza Jack, escondiendo la cabeza entre sus piernas.
-¿Qué te sucede, amigo? ¿Qué es lo que te aflige tanto? ¿Te han pronosticado alguna enfermedad terminal?
-No, no, no es nada de eso -responde Jack.
-¿Entonces?
-Cumpliré años la próxima semana -. Terry se quita las gafas, las guarda en un bolsillo, y abrazando profundamente a su amigo le dice:
-¿Te confieso algo? Tengo cinco años más que en mi documento de identidad. No conozco a nadie, luego de los veintiocho, que guste cumplir años.
-¿Tú lo crees? -pregunta Jack con inocencia.
-Claro, hombre, y si ves alguno que muestra alegría, desconfía de él porque intervenido estará. Ahora ven, vamos, te invito un cerveza.
-Prefiero un vino. La cerveza saca panza.

© 2007 Santiago Antúnez de Mayolo

 

Hora de recoger

Hora de recoger

Ligera sospecha

Ligera sospecha

 

¿Es natural dejarse estar, bajar las persianas, mover el pie y aislarse de todo cuanto acontece fuera? ¿Es natural comer a deshoras, fumar uno y otro cigarrillo y autocompadecerse a las dos de la mañana? ¿Es normal pasar de todo, contarse las costillas y tener la ligera sospecha que este mundo no está hecho a nuestra medida? ¿Y si dudamos mejor y decimos NO, QUIÉN, CÓMO Y CUÁNDO o es que tan grave es seguir estando solo porque así lo deseamos? ¿Realmente lo deseamos o es que tenemos miedo de volver a equivocarnos? ¿No será que no soy el único mortal que huye de los compromisos cuando en parte lo anhelo? ¿Quién fue, es y será ella, quien me bese la frente, que se haga corpórea y se deje arropar? Ligera sospecha la mía cuando creí encontrarla. Hoy salgo al balcón y el viento sopla mi cara. No estoy tan sólo como esperaba.

© 2007 Santiago Antúnez de Mayolo

Aprendizajes a media vida

Aprendizajes a media vida

A media vida, cuando respiro, siento aún que todo lo que he hecho ha sido insuficiente. El mudarme de planeta, dejar eso que llaman patria y aprender a no echarla de menos. Aprender a cocinar, a apreciar el verdadero valor de las frutas y a ver cómo discuten las ancianas del supermercado. Aprender a perder amigos, a asumirlo y a ganar otros. Aprender a olvidar, a ganarme adeptos y contrarios. Aprender a apreciar un amable envejecimiento y a no desabrigarme en invierno. A media vida retomo el abecedario, las tildes y las vanas presunciones. Me visto sin miedo a las urracas parlanchinas, sin miedo a escalar y tropezar; respirar. Siento que todo lo que he hecho aún me sabe a poco. Incluso el mar, el campo y las noches en vigilia. A media vida aprendo, sea para morir, o muriendo por amar.

© 2007 Santiago Antúnez de Mayolo

El Reposo del Jornalero

El Reposo del Jornalero

La Fiesta Interminable

La Fiesta Interminable

Una vez ascendido el buen hombre al reino de los cielos, celebrose en el mundo un jolgorio inesperado de carpinteros: ahora sí podían fabricar cruces por encargo y con entrega a domicilio.

© 2007 Santiago Antúnez de Mayolo

Isabel toma el puente

Isabel toma el puente

 

Isabel toma el puente y comprimiendo el vientre corre, avanza rauda y veloz, inmediata al relámpago, cercana a la infancia, revuelta como una flama. Corre Isabel por el puente. Suena. Algo suena. Quizás canicas. Quizás piedrecitas de riachuelo atajado a medio camino. Sus bolsillos se romperán pero ella no parará. Riendo se acercará y despistará a los anclajes, a esas vanas trampas que nos juega la cotidianeidad. Anhelo ya el encaje al que nuestros huesos se exponen.

© 2007 Santiago Antúnez de Mayolo


(fotograma de "Jules y Jim", 1961, François Truffaut)

Sabes Mi Patria

Sabes Mi Patria

Sabes que a veces
mi patria viene a buscarme, 
sabes que a veces
ingresa a mi portal
desparramando hombres descamisados
en cada uno de los treintaitantos 
escalones que rigen hasta mi comarca

Sabes que mi patria
es una parodia regida 
por cómicos de turno, 
que bailotean
y saben dar las gracias
cual mono de organillero, 
improvisando entidades
a nombre de la nación, 
que mi patria
es un castillo de naipes
cimentados en algún pasado glorioso

Sabes que a veces
mi patria, 
a pesar de todo, 
esquiva la suerte
y en pie de lucha
se inventa oficios 
contra el abandono, 
y que en mi patria, 
además de postales vernaculares, 
hay niños que aún sonríen

una pelota inventada en el arenal,

y la piedra gira

y la piedra rueda

mientras corretean rotosos y descalzos

comiéndose el moco más alegre de sus vidas.

 

 


© 2007 Santiago Antúnez de Mayolo

Posibilidades para un escape

Posibilidades para un escape


El peine extraviado

El peine extraviado

Lo he buscado por todos lados. Bajo la alacena, tras la taza del water y bajo los muebles del salón, pero no lo he podido encontrar. ¿No será que, triste y abandonado, se arrojó mi peine por la terraza? No lo sé. Creo no debería preocuparme por tan ingrato hecho. Después de todo hoy mi pelo respira por fin de convencionalismos, de formas y estilos. Ah! nunca tanta independencia la de mis glándulas capilares! Alabo su frondosidad y he de respetarla. Ya no aceptaré trabajos de etiqueta. No usaré cascos, visceras o gorras de pescar. Incluso recomendaría no invitarme a cenar. No vaya a ser que vuestra madre pregunte si pienso dedicarme a la música. "No señora, amo la música pero a ella no me dedico. Sólo soy un extraño y afable hombre que una vez su peine extravió", le diré, dejando la puerta abierta tras de mí.

© 2007 Santiago Antúnez de Mayolo

Cuando sobran las sillas

Cuando sobran las sillas

Cuando sobran las sillas, mis pies adquieren asombrosa lucidez. Ya no me tropiezo con ninguna pues su ubicación se me ha grabado por fin en la cabeza. Todas quietas y mudas, impertérritas permanecen sin asentar a nadie las posaderas.

He redecorado el salón. Pinté de humo las paredes y de hojas las cortinas. Fregué con fruición el suelo y pegué un afiche de Gauguin para aquietar los sinsabores de la soledad. Pero todo fue un engaño, una estrategia mal diseñada. Ni la música, ni la marihuana pudieron disimular su presencia...las sillas permanecen aún con su paño baldío y sus patas equidistantes, alzando con arrogancia la plataforma.

© 2007 Santiago Antúnez de Mayolo